miércoles, 30 de abril de 2014
Área 31, jóven y emprendedora
domingo, 27 de abril de 2014
Orlando Peláez
Hemos tenido el placer de entrevistar a Orlando Peláez, coreógrafo y bailarín cántabro que actualmente trabaja como profesor de ballet en la escuela de baile “Sonia” (Torrelavega). Muchos de vosotros le conoceréis porque es el coreógrafo de las obras de teatro que realiza el grupo de padres del colegio Ntra. Sra. de la Paz y también participa como actor en dichas obras. Un gran coreógrafo, de Torrelavega además, que hoy vamos a conocer.
¿Qué tipo de danza practicas? ¿Por qué?
Empecé con ballet clásico, ya que siempre me apasionó, me encantaba ver a los bailarines clásicos. A medida que pasaban los años fui conociendo otras técnicas que me gustaban más, que me parecían más divertidas, como el jazz. En la actualidad el estilo que más me gusta es la “danza butoh japonesa”, debido a la edad que tengo y a mi experiencia, es lo que mejor se me da.
Háblanos sobre tu infancia y sobre cómo te empezaste a interesar por la danza
Desde pequeño yo quise bailar, aunque mi padre se oponía, él quería que yo practicase otra clase de deportes como el judo. Gracias a mi madre pude comenzar a dar clases de ballet, a escondidas de mi padre. Ella y mis hermanas me apoyaban y me ayudaban a ocultárselo a mi padre, aunque este se enteró de bailaba cuando aparecí actuando en la tele por primera vez.
También, debido a que me gustaba el baile, tuve que aguantar bromas pesadas de mis compañeros en el colegio.
¿Qué fue lo que te animó a bailar?
Mi principal objetivo era ser feliz y hacer lo que yo creía conveniente para mí, eso fue lo que me motivo para emprender mi carrera en el mundo del baile.
¿En qué compañía te encuentras actualmente?
Doy clases de ballet clásico y tengo un grupo propio, llamada “Grupo de danza de Orlando Peláez”, el cual cree el año pasado.
¿Cuáles son tus proyectos futuros?
Me gustaría crear una gran escuela de ballet clásico en Torrelavega.
¿Crees que la danza ocupa el lugar que merece en la sociedad?
Desgraciadamente en la sociedad española no ocupa ningún lugar. Han pasado muchos años desde que me cogí por primera vez a una barra y pensé que con el paso del tiempo la mentalidad cambiaría, pero todavía los hombres somos juzgados por bailar. Lo que pasa que en programas de televisión como mira quien baila, ahora parece que bailen los hombres, aunque en pareja, no está tan mal visto. Estuve en Alemania preparando un musical y allí que seas un artista, tanto hombre como mujer, lo valoran mucho porque saben todo el esfuerzo que hay detrás de ello. En España, en cambio, no es tan valorado porque no hay cultura de danza y eso que a nivel mundial hay bailarines españoles muy buenos, pero todos tenemos que ir al extranjero porque aquí no te ayudan.
¿Pero no lo valoran aquí en o hay lugares de España donde lo valoran más?
En Cataluña si, allí tienen muchas más cultura de música, de danza, de teatro… Todo lo vanguardista español sale de Cataluña, es lo más parecido a Europa en este país
¿Cuál ha sido el momento más duro en tu carrera?
Un momento muy duro en mi carrera fue cuando yo ejercía de director artístico en Mallorca, en un espectáculo de un casino. Yo lo dirigí, hice el vestuario, la coreografía… y lo realizamos junto con personas que trabajaban en el Circo del Sol. Estábamos todos muy ilusionados debido a que era el espectáculo más caro que se había hecho nunca en España. Desafortunadamente, unos suecos compraron el casino y todos fuimos despedidos. Fue muy duro para mi, estábamos en lo más alto y de repente ocurrió esto.
Otros momentos complicados han sido cuando, dentro de mi carrera artística, yo esperaba recibir más de ciertas personas a las que favorecí y con las que tuve trato.
¿Y el espectáculo de Mallorca lo llegasteis a hacer?
Sí, de mayo a septiembre, cuando tendría que haber durado dos años. El problema es que ellos querían ganar dinero con el espectáculo cuando en realidad los espectáculos en los casinos sirven para atraer a gente a verlo e incitarles a jugar luego.
¿Qué te hubiese gustado ser si no hubieses podido ser bailarín?
Dentro del mundo artístico me hubiera gustado ser pianista o violinista seguramente. Fuera del ámbito artístico, me hubiera gustado ser criminólogo, concretamente forense.
Por último, ¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión?
Lo que más me gusta es cuando actúas y muestras el trabajo en el escenario, cuando ves a todo el mundo sentado frente a ti prestándote atención.
¿Y lo qué menos?
Lo que menos me gusta es la preparación antes de actuar: los ensayos, elegir el tipo de ropa…
Gracias Orlando
Lucia de la Mora, Sara San Emeterio
Estudiantes de secundaria. Colegio La Paz, Torrelavega (Cantabria)
Imagen flickr de Orlando Pelaez
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El enfoque del tomavistas
Caminamos por el Sardinero cuando nos percatamos de un hombre a lo lejos fotografiando las vistas. Nos pica la curiosidad, nos acercamos, y ante nuestro asombro nos topamos con el famoso “Tomavistas Santander”, mejor dicho, con quien pone cara a sus historias: Miguel Ángel Miguélez, un hombre encantador que invierte sus días de jubilado captando la esencia de su maravillosa ciudad, Santander.
Ni fotógrafo ni periodista, sino un hombre que mira al mundo con buenos ojos, observa, enfoca y dispara para sorprendernos con sus maravillosas fotos que, sin experiencia alguna en fotografía, parecen tener un carácter profesional. Día a día, nos muestra una gran cantidad de detalles que nosotros no apreciamos o que quizá no tenemos tiempo de estimar. Él tampoco lo veía, pero ahora que puede los capta al echar un ojo a su alrededor.
Lo que empezó por azar o por suerte se ha convertido en una rutina diaria: se levanta bien pronto, coge el iPad y empieza a captar amaneceres de punta a punta de Santander. Eso sí, sin olvidar en ningún momento cuidar a sus padres, los mismos a los que tal vez deba esta afición suya. Miguel Ángel dejó su oficio en la construcción para dedicarse a cuidarles, y con el tiempo fue picándose a este “pasatiempo”.
Para él un hobby y para muchos un favor, sobre todo para aquellos que añoran su tierra y que gracias a él pueden disfrutarla cuando quieran. Y para aquellos que desconocen esta tierra y que quieren conocerla y así animarse a visitarla, hay un hombre, cámara en mano, en el Sardinero.
Ni fotógrafo ni periodista, sino un hombre que mira al mundo con buenos ojos, observa, enfoca y dispara para sorprendernos con sus maravillosas fotos que, sin experiencia alguna en fotografía, parecen tener un carácter profesional. Día a día, nos muestra una gran cantidad de detalles que nosotros no apreciamos o que quizá no tenemos tiempo de estimar. Él tampoco lo veía, pero ahora que puede los capta al echar un ojo a su alrededor.
Lo que empezó por azar o por suerte se ha convertido en una rutina diaria: se levanta bien pronto, coge el iPad y empieza a captar amaneceres de punta a punta de Santander. Eso sí, sin olvidar en ningún momento cuidar a sus padres, los mismos a los que tal vez deba esta afición suya. Miguel Ángel dejó su oficio en la construcción para dedicarse a cuidarles, y con el tiempo fue picándose a este “pasatiempo”.
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