lunes, 2 de mayo de 2016

La enfermedad del consenso


“La educación ha hecho por la justicia, el equilibrio y la igualdad en este país lo que nada ni nadie hará jamás”. Unas palabras tan firmes y llenas de convicción no podían pertenecer a otro que Ángel Gabilondo, un acérrimo defensor de la educación como pocos quedan en nuestro país. Licenciado en Filosofía y Letras, su vida ha girado en torno a dos ejes en apariencia dispares: la docencia y la política.
Sin embargo, él tiene muy clara la conexión entre ambos. “La docencia también forma parte de mi modo de entender la relación y la comunicación con los demás”, afirma. “Los pocos conocimientos que uno tenga, los tiene que compartir con los demás. Y eso es un compromiso social, al igual que la política”. Entregado a dicho compromiso, llegó a la cartera del Ministerio de Educación en 2009. Y es ese el compromiso que sigue intentando alcanzar hoy en día, tras casi tres años como ministro y su posterior (y actual) andadura en el PSM.

Nunca ha apartado la educación de su mente, y es por eso que se ha convertido en su principal preocupación. Lógico, en tiempos como estos en los que estudiantes y profesores se ven obligados a salir a la calle para luchar por sus derechos. En los que el dinero de las arcas públicas destinado al sistema educativo se considera un gasto, en lugar de una inversión. Algo impensable para Gabilondo. “Si usted cree que invertir en educación es malgastar, pruebe usted a invertir en ignorancia. Se va a enterar de lo que es en verdad gastar y malgastar”.¿Existe una solución, pues? Por supuesto, y como siempre, está en los países nórdicos, que se convierten casi en una utopía divina. Pero Gabilondo está convencido de haber encontrado su fórmula secreta: la estabilidad legislativa. En España nos cuesta concebir un sistema educativo que no se modifique prácticamente de arriba a abajo con cada cambio de gobierno. Esa es precisamente nuestra lacra, que, según el ex-ministro, hay que paliar lo antes posible. “Yo no soy partidario tanto de que se quite la LOMCE para poner una ley de otro partido, sino que se quite para ser sustituida por un gran acuerdo social y político”.


El acuerdo. Otra palabra que acude con presteza a la boca de los políticos estos últimos meses. Gabilondo también tiene en cuenta el difícil panorama de gobernabilidad que se presenta con la pluralidad política que hemos empezado a descubrir en España, pero, sorprendentemente, se muestra más que contento ante la situación. Le alegra que todos los partidos por fin hablen de un pacto por la educación, pero teme la relación que muchos establecen entre el término “nacional” y una centralización del sistema, pues defiende fervientemente una educación descentralizada. Pero eso no significa que le tenga miedo a enfrentarse a las diferencias de puntos de vista. Al contrario. “El acuerdo es eso, ponerse de acuerdo con alguien que no piensa como tú”, declara: “Yo lo hago por convicción, pero quien no lo haga por convicción, que se prepare, porque lo va a tener que hacer por necesidad. Yo estoy enfermo de consenso”.

Candela Marcos, Carlos Edilla,
estudiantes de 2º de bachillerato
Imagen Candela Marcos

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