martes, 22 de agosto de 2017

Cúbrete el cuello (o no)



Ya se que da mucha pereza, pero habrá que ir pensando en el otoño, que seguro que nos traerá nuevas ilusiones y propuestas.
Por si alguien no lo recuerda, las últimas temporadas han sido un buen ejemplo de cómo la moda puede acabar con nuestras vidas. Extensas bufandas XXL de metraje infinito han rodeado nuestras gargantas como anacondas, cubriendo nuestros cuellos, cabezas y torax, amenazando seriamente la visibilidad de nuestros zapatos. Pero los tiempos en los que una podía ir desnuda sin que nada se viera, ocultas tras un burka de lana, parece que van a pasar a la historia.

Ya en 2013 Isabel Marant adelanto una tendencia que dejaba bufandas y pañuelos al borde de la extinción, ahora, de cara a este próximo invierno firmas como Chloé, Bottega Veneta, Marc by Marc Jacobs o Pringle of Scotland comienzan a apostar fuerte por algo más sutil, un liviano pañuelo, vuelto, anudado o levemente prendido, con el solo interés de realzar un cuello elegante, esbelto y fino, pero no oculto.



Tampoco es algo nuevo, desde John Wayne en sus cabalgadas por el Río Grande, hasta David Bowie o Bumbury (en otras cabalgadas) la tendencia de cubrir esa fina peana de nuestro rostro por un suave pañuelo, en lugar de collares y cadenitas ha estado ahí.
Esta temporada regresa, e incluso en algunas versiones extremas, como el “the turtleneck dickie” (cuello alto falso), que más parece una cota de mallas medieval, convertida en tela que, desde el esternón, cubre y embute de forma total nuestro cuello.




Para tampoco hay que llegar al cuello cisne. Algo más sutil lo hemos visto insistentemente en las pasarelas de Chloé, luego en los desfiles de otoño de Altuzarra, Emilio Pucci, Misha Nonoo, Tome o Julien Macdonald, y ahora en los escaparates de Zara, lo que significa que los designios de la moda han llegado a la calle, para colgarse del cuello de los mortales.




La alma mater de la idea parece ser la directora creativa de Chloé, Clare Waight-Keller, que apuesta, más que por un pañuelo, por una liviana e informal corbata de aires setenteros, muy en su línea. Hay otra razón en este nuevo look invernal, de regustillo a cine de los setenta, cubrirse el cuello hasta la barbilla y reducirla de diámetro es otra forma de conducir la vista hasta sus dos fronteras, nuestra cara, y nuestro pecho.




Pero en un mundo basado en la personalización y las imágenes a medida, el pañuelo de marras no podía reducirse a una idea universal. Si apuestas por unirte grito (y además de no apretarte mucho el pañuelo) estas son varias ideas.




Lo primero, e innegociable, es que debes buscar un pañuelo estrecho, a ser posible liso oscuro y anudarle con un poco de gracia y soltura. Y si no todo lo contrario, un estampado agresivo. Puedes encontrar maravillas de 500 euros en cualquier tienda de carolina Herrera, pero un bonito pañuelo Zara, Topshop (en su línea skinny scarves) o Asos solo te costara 10 euros y estarás de muerte (es un decir).




Para los grandes (Gucci), una manera adecuada de llevarlo al trabajo o a clase es dar a la prenda varias vueltas y esconder el lazo en la nuca bajo la melena. Eso si, este formato exige un poco de generosidad en el escote.

Si tu look es romántico y muy femenino, mi recomendación es un gran lazo frontal. Si a esto lo unes una boina o un sombrero de Max Mara, caerán rendidos a tus pies.

Si lo tuyo son los pantalones de campana o los rectos y anchos de ligero vuelo, no lo dudes, ponte un pañuelo de colores y un jersey de cuello halter (es la recomendación de Loewe).

Otra opción (la preferida de Chanel) es adornarte como una colegiala paseando al borde del Sena. Una vuelta y un nudo simple, para que la prenda vuele, o anúdatelo al frente, de manera estudiadamente amplia y descuidada, con un cierto aire masculino.

Pero frente a las setenteras ideas de Chloé esta la elegancia sesentera de Saint Laurent. Pañuelos de colores pastel, finos y vaporosos, que envuelven el cuelo como un corsé, con dos nudos que caen y enmarcan los hombres a ambos lados del rostro.

Y si no, siempre nos queda el minimalismo de Tom Ford. Un  pañuelo negro y reducido, una blusa blanca ajustada y media manga, un pantalón pitillo hasta el tobillo, un buen tacón, y muchas ganas de que las noches de otoño, no acaben nunca.

Y si no te gusta ninguna idea, no te pongas pañuelo, pero tampoco pongas una manta en tu cuello.




Iménes, Vogue y estendencia.es
Sofía Gómez Arrate
Estudiante de bachillerato

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