jueves, 31 de agosto de 2017

Siria, aulas de guerra



"Junto a la destrucción del presente, la guerra siria está destruyendo el futuro con cada escuela y cada maestro que mueren"
Ella soñó con construir una vida en paz y transmitir sus ideales a niños que solo tenían el sueño de ser libres en la tierra, pero se topó con una guerra. Esta es la historia de Nesrin Ouis, exprofesora  de la Universidad de Damasco. Ouis estudió periodismo y trabajó en ello desde los 20 años en diferentes revistas, webs, periódicos e incluso tenía un blog propio donde escribía artículos diariamente. Lleva viviendo en España desde hace 6 años, donde está haciendo su doctorado en educación y tecnología, y realizando un Master de TIC en el aula.


Ella desde pequeña quería ser periodista, pero su padre la dijo que tenía la lengua muy larga para trabajar de ello. Como dice ella, “digo las cosas a la cara, como debe de ser”. Su padre la dijo que podía ser profesora para así formar a miles de niños con sus ideas y no meterse en problemas. Desde ese momento, su vida profesional cambió.

Ella nos cuenta como, hasta la guerra, Siria era un país “avanzado”: las mujeres podían ir a la universidad, tener altos cargos, los niños iban al colegio… Pero la tecnología tardaba más tiempo en llegar. Cuando daba clases allí no la gustaban las malas organizaciones ni las rutinas desordenadas. En Siria, los niños tratan más educadamente a los profesores, “el profesor es alguien que tiene un tesoro y has de respetarle para que lo comparta contigo”, afirma Ouis.

Nesrin vino a España en el 2011 gracias a una beca que la ofreció el Gobierno sirio para poder ampliar sus conocimientos. Se decidió por venir a la península para poder aprender una nueva lengua, y ahora se encuentra trabajando en la Universidad de Salamanca donde realiza charlas y congresos.

Según sus ideas, el sistema educativo de España es muy diferente al de Siria. Nos cuenta como, allí, los niños y niñas empiezan a ir al colegio con un año. Llevan los mismos uniformes para que no surjan desigualdades entre chicos y chicas, ni envidias como puede suceder en España.

La profesora narra la división de Siria y el modo de vida de cada parte del país a día de hoy. En la parte de Siria que está en manos del gobierno, los niños reciben una educación normal, aunque con menos materia y una menor cantidad de libros, “pero al menos hay enseñanza…” reflexiona. "En esta parte, puedes entrar a un aula y encontrarte más de cien niños dentro de una clase", describe la joven siria. En la zona que está tomada por el yihadismo, los niños reciben muy pocas horas de educación a la semana, y las pocas que reciben lo hacen con “la historia de la humanidad completamente cambiada”, asegura. En la zona del DAESH, no se recibe ningún tipo de educación, los niños solo se forman en una asignatura, a la que ella suele llamar “asignatura del odio”, en la que aprenden a odiar a todos los que no son como ellos. Debido a todo esto, en Siria, cada niño tiene conocimientos diferentes al resto. “La guerra está destruyendo la humanidad y su historia. La memoria y el dolor ya están hechos, y no se pueden borrar”, se lamenta.

Nesrin tiene actualmente a su familia viviendo en Siria, con los que no habla desde hace más de una semana. La familia de la joven vive en condiciones pésimas, con una hora de agua y otra de luz al día. Se levantan a las 5 de la mañana para poder ver la luz del sol en algún momento del día. Esta última temporada, han pasado mucho frío y tuvieron que recurrir a la Asociación Media Luna, la cual reparte mantas y ayudas a los más necesitados. Ella nos cuenta la dura historia diaria de su familia con lágrimas en los ojos por el dolor y la impotencia.

Hace un tiempo que puso en marcha con sus amigas un pequeño proyecto por el cual mandaban libros electrónicos para que los niños pudiesen adquirir conocimientos y compartirlos con sus compañeros. Asegura que hay una generación perdida totalmente por la guerra, pero nosotros, personalmente, no podemos hacer nada para mejorarlo.

“Si algún día el mundo deja de comprar armas será la forma más fácil de terminar con la guerra. La compra-venta de armas hace que se sigan construyendo armas y haya tráfico ilegal de ellas. Todo esto hace que se continúe destruyendo el mundo poco a poco. Si las armas desaparecieran, viviríamos en un mundo más feliz”,  explica Nesrin.

Mario Pisano. Imagen Lucas Criado


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