domingo, 10 de septiembre de 2017

Natalia de Lilla



Poco más de un mes falta para que el cono sur americano viva su gran semana de la moda. Un evento para reivindicar que en esto de las telas, el sur también existe.
Uno de los proyectos que más nos ha llamado la atención es el de la diseñadora uruguaya Natalia De Lilla la creadora de la marca Banana Split.


Sus comienzos fueron en el mundo del diseño gráfico, de donde dio el salto al diseño textil, donde sigue formándose en la Escuela Universitaria Centro de Diseño (EUCD). Fue el año pasado cuando su amiga Belén Nieves la animó y la ayudó a introducirse en el mundo empresarial poniendo en marcha su propia marca de ropa, Banana Split.

De Lilla representa a una generación de jóvenes latinoamericanos formados en el mercado del trading, grandes empresas donde los diseñadores trabajan para diferentes marcas que generalmente confeccionan en China ropa para hombre).

Lilla se encuentra ahora en la fase inicial de muchos diseñadores, encargándose de todo el proceso de la ropa, desde diseñar, cortar, confeccionar y coordinar a otros talleres donde, en ocasiones, se externaliza la fase productiva. Belen sigue siendo una pieza importante en BS, asesorando en las tendencias, colores e ideas que provienen de otros mercados sudamericanos (especialmente de Brasil). Otro elemento clave en BS es el novio de Natalia, Nicolás Ovalle, encargado de la planificación de mercado.

De Lilla ha comenzado este año la experimentación con telas y materiales no uruguayos lo que se ha transmitido en una imagen más innovadora de la marca, menos limitada que su primera colección Liberdade.

El reto de Banana Split, sin embargo, no es creativo, si no de competitividad. Los usuarios de América del Sur, como los europeos, tienen una gran facilidad para acceder a las coleciones europeas y estado unidenses, lo que la obliga a competir con una oferta muy diferenciada, por calidad y por ser un producto nacional. Eso ha hecho que Banana Split no responda al concepto de marca fast-fashion (como las grandes multinacionales tipo Zara) sino del slow-fashion, esto es, que las prendas no sean descartables, que sean prendas que la gente pueda usar en un ciclo más largo.

Es una de las concepciones de los nuevos diseñadores como De Lilla, la globalización es un reto, no es solo un problema. “Países como Uruguay están experimentando un gran cambio, por lo que es un buen momento para el diseño local, que puede ofrecer al consumidor propuestas variadas, contextualizadas y de muy buena calidad.

De Lilla ofrece un estilo minimalista, de cortes simples y aptos para todo tipo de mujer. Uno de sus rasgos es el talle. En Banana Split la ropa se caracteriza por ser la cintura lo que marca el cuerpo y lo estiliza, con cortes que llegan a ser arriesgados, pero de un coste asequible.

Un coste que está influido por sus sistemas de comercialización, a través de canales multimarca y con un gran uso de las redes sociales y la venta por Internet.

Este verano, bajo el nombre Liberdade, De Lille puso en las perchas su primera gran colección, surgida en Sao Paulo y con muchas influencias brasileñas.

Hoy estrena La Splendeur, una nueva propuesta creativa llena de referencias al París neoclásico y a la obra de los grandes arquitectos uruguayos del siglo pasado, como Juan Alberto Capurro o Carlo Zucchi. Una colección con formas, siluetas, colores y texturas que podríamos asociar a la elegancia de las grandes divas de Hollywood como Vivien Leigh y Audrey Hepburn.

Estamos ante una diseñadora con mucha proyección, llena de fuerza visual, que ofrece ropa cómoda, femenina y versátil.


Sofía Gómez Arrate

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